RELATO MES DE MAYO #ORIGIRETO2020: HUMANIDAD

31 de mayo de 2020

El gran ojo habitaba el cielo y nadie hablaba de él. Un ojo que nos vigilaba incesantemente, pero que a nadie parecía molestarle. Desde que he tenido uso de razón, recuerdo ese ojo en el cielo.

Una vez de pequeño mientras paseaba con mi madre, le pregunté intrigado qué hacía ese ojo ahí. Ella se puso seria, se agachó a mi altura y mirándome fijamente me dijo que nunca volviera a hablar sobre esas cosas y que siguiese andando. La contundencia de su respuesta me dejó atontado y continué andando sin intentar rebatirle nada.

Temía ser el único en hablar de él. Dudé si más gente lo podía ver. A veces, cuando jugaba con mis amigos me olvidaba que estaba allí, pero cuando volvía mi cabeza hacia el cielo, me encontraba con su pupila impertérrita observándonos a todos.

Pero un día, el gran ojo parpadeó y por un instante me sentí libre. Ese día supe que no era el único que lo veía, pues durante ese instante, vi como el parpadeo hizo estremecer a todos los que tenía a mí alrededor.

A partir de ese día me dediqué a observar como la expresión de la gente cambiaba cuando encaraban su mirada hacia el cielo. Algunos reían, a otros les cambiaba la expresión a un rictus facial delator, aunque la mayoría seguían felices, pero desviando la mirada hacia el suelo.

Llegué a la conclusión de que todos lo podían ver, pero todos habían aprendido a no hablar de él; como si de un secreto compartido se tratara. Todos seguían con sus vidas lo más pacíficamente que podían. Intenté buscar referencias sobre el ojo en los libros que había en casa o en la escuela, pero no encontré nada. Eso no me sorprendió ya que tampoco había ninguna justificación a los inmensos muros que limitaban nuestra comunidad. Habían muchas cosas de mi vida que me creaban curiosidad y sobre las cuales no me atrevía a preguntar, por miedo a como pudieran reaccionar los demás. Con los años asumí mi derrota y guardé esas dudas en mi interior, aprendiendo a soportar mejor la visión del ojo en el cielo.

Dos años más tarde, el gran ojo se cerró completamente y desapareció. Al cabo de unos segundos se oyó una voz profunda retumbar en el cielo que anunciaba: “Resultado del análisis”. A partir de ese instante, todos enmudecieron como ansiando una orden que llevaban tiempo esperando. Yo estaba en casa con mis padres y salimos a la calle para escuchar la continuación. Desconocía a qué se refería el mensaje y por inercia los seguí. Una vez fuera, la voz prosiguió:

“Los datos recogidos durante estos 20 años de observación han revelado que la humanidad, por su comportamiento irrazonable, no puede reconducir su naturaleza autodestructiva. Pese a la división en distritos aislados y el ultimátum de aniquilación propuesto por nuestra especie, la humanidad ha hecho caso omiso del aviso y ha seguido con su idiosincrasia. La ostentación de unos recursos tan valiosos en el universo como son los del planeta en el que habitan, es un insulto a las demás especies del universo que lo gestionarían de manera más respetuosa y prolongada. Expuesto este resultado, en los próximos minutos procederemos a la aniquilación de todo ser genéticamente humano del planeta. Es un procedimiento ético e indoloro, avalado por la directiva de la Organización Espacial Interespecies, en pos de un repartimiento justo de los recursos del universo. De ahora en adelante, la gestión de los recursos de vuestro planeta será administrada por nuestra especie”.

Mi madre cayó de rodillas y empezó a sollozar, mi padre nos abrazó a ambos en un intento vano de protección. Mientras abrazaba fuertemente a mis padres a raíz de la preocupación y desconocimiento de lo que podía pasar, la misma voz volvió a sonar en el cielo.

“Observaciones posteriores al análisis: hemos destacado puntajes interesantes de pacificación posteriores al inicio del análisis en varios distritos del planeta. Los sectores que hayan superado cierto umbral, serán reubicados en otros planetas terraformados menos fértiles. A continuación, se nombrarán por orden alfabético las codificaciones de los distritos que forman parte de este grupo, para su inmediata abducción y posterior reubicación.”

Seguramente toda la humanidad―inclusive mi madre― dejó de sollozar y una pequeña brizna de esperanza surgió en su interior. Los ojos vidriosos brillaban al mirar innecesariamente hacia el cielo esperando la continuación.

La voz continuó: “Los distritos que han dado suficiente nivel de autogestión de los recursos limitados y pacificación de los instintos autodestructivos son los siguientes: AC-00405, AF-01584, AF-95874, HG-41784, HH-00477, JN-15214…”

Al oír ese último código cifrado, las caras emocionadas de mis padres por la esperanza pasaron a ser de euforia. Empezaron a saltar de alegría, al igual que los vecinos de nuestro vecindario que también habían salido a la calle.

Yo era el único que estaba quieto, ajeno a la razón de tales vítores. Mi madre, al ver mi desconcierto con la variación de emociones, se arrodilló a mi lado y exultante me dijo que el JN–15214 era el número de nuestro distrito y que eso significaba que habíamos sido de los elegidos.

Al ver que aún estaba más desconcertado, dio un respingo, como si hubiese caído en la cuenta de algo que llevaba tiempo dando por supuesto. Con mirada comprensiva me explicó que hacía 20 años, Ellos habían llegado a la Tierra y únicamente nos habían advertido que, si en 20 años no dábamos señales de reconducir nuestro comportamiento violento e irresponsable, la humanidad sería relevada de su existencia y nuestro planeta expropiado. Para ello, habían separado a toda la humanidad en pequeños distritos divididos con infranqueables muros y para vigilarnos habían puesto en cada uno de ellos un ojo.

Mientras tanto varias preguntas que tenía en mente encontraron respuesta, a la vez que muchas más se gestaban conforme mi madre me iba explicando. Aun así, mis labios sólo pudieron preguntar –¿por qué Ellos han hecho esto?–.

Mi madre, en respuesta a esa pregunta, me dijo que era la manera que tenían de juzgarnos por cómo hemos gestionado los recursos de nuestro planeta. En 20 años debíamos compensar más de mil años de irresponsabilidad y lo que es más difícil, cambiar nuestros comportamientos violentos. Pero orgullosamente mi madre me dijo que nuestra comunidad aceptó adaptarse y realizar los cambios necesarios en pos de los recursos de nuestro territorio, y parecía ser que la nuestra era de las pocas que habían culminado los estándares de Ellos para ser separados del resto de la humanidad y salvados del exterminio.

Me contó que la justificación del desconocimiento de esta situación en los niños como yo, era buscada; pues se decidió en nuestra comunidad mantenernos inconscientes a tal responsabilidad y menos cuando la culpa era de nuestros antecesores. Con ello promovieron una generación con libre albedrío, pero siguiendo unas directrices totalmente pacifistas.

Intentándome recomponer del asombro, más preguntas asaltaron mi mente, e intenté resumirlas al preguntarle qué iba a pasar con nosotros y con las demás personas.

Mi madre, encogiendo los hombros y soltando un leve suspiro, me dijo que los demás iban a desaparecer por no haber escuchado las recomendaciones de Ellos y haber hecho caso omiso o no haber trabajado tanto. En cuanto a nosotros, tenía dudas, pero de lo que estaba segura era de que nos iban a llevar a un lugar seguro.

Sentí una estaca en el corazón, con los dichos de mi madre, e intenté contrastar su falta de empatía con un poco de mi compasión infantil, al temer por el destino fatal del resto de la humanidad. Aún no me había hecho la idea de que había un mundo que desconocía y más gente como nosotros en él, más allá de los altos muros. No quería aceptar la idea de que un mundo más grande y todas las personas que hay en él, iban a desaparecer sin haber podido siquiera tener la oportunidad de conocerlos.

En ese instante de réplica mi padre intervino, en vista de que no acababa de comprender la situación. Me dijo que debía aceptar que este planeta ya no nos pertenecía, que estos 20 años habían sido una prueba y a la vez un regalo por parte de Ellos. Nos habían dado tiempo para usar mejor unos recursos limitados y domar nuestra naturaleza agresiva, una prueba que hemos superado. Y una bendición, porque habrían podido aniquilarnos a todos el primer día que vieron como nos comportábamos los humanos para con nuestro mundo.

No intenté replicar a mi padre, me mantuve en silencio y únicamente asentí con la cabeza, pero en el fondo no lo acababa de entender. Mi madre con expresión alegre y comprensiva me dijo que no temiera por nuestro porvenir, que Ellos se iban a asegurar de llevarnos a un buen lugar.

Al mirar las placas solares del techo de nuestra casa, una luz enceguecedora nos envolvió y abdujo, mientras la humanidad restante desaparecía por la aniquilación de Ellos.

Debo reconocerlo, con el tiempo lo entendí. Y demasiado bien. Entendí que nos quitaron nuestro hogar, nuestro planeta. Entendí que limitaron y dividieron a la raza humana para su disfrute y beneficio. Nos robaron los recursos que la dicha de la misma selección natural nos proveyó. Todo esto lo entendí mientras crecía, malviviendo de la minería en el asqueroso planeta al que muy amablemente Ellos nos reubicaron, en donde diariamente debíamos alimentarnos de restos de ganado mutilado, que parecían sacados del Rancho Skinwalker.

Cuando los jóvenes de nuestro distrito fuimos mayores, decidimos que juntos teníamos que actuar. Crecimos en número, nos adaptamos y aprendimos. Con el tiempo nos desarrollamos suficientemente como para contactar con los otros distritos en planetas no muy lejanos del nuestro. Descubrimos que el odio era común y la intención de recuperar lo que se nos robó también, y haciendo honor a la memoria pacifista que nos legaron nuestros padres, decidimos usar los medios menos agresivos para recuperar lo que nos pertenecía.

Nos reunimos y acomodamos el minúsculo planeta prestado ―bautizado como JN-15214, en honor a la codificación impuesta a nuestro distrito― como planeta capital de los humanos restantes, y dedicamos todos nuestros esfuerzos en avanzar tecnológicamente para contactar con la directiva de la Organización Espacial Interespecies.

Entramos en contacto con las diversas especies que componían tal organización ―incluyéndolos a Ellos, los ladrones de nuestro planeta Tierra― aprendimos sus lenguas y escrituras, sus métodos y también sus leyes. Leyes cósmicas que referían a la gestión equitativa de los recursos del universo, usando una ética labrada con miles de años de antigüedad. Y con los años, incluso, aprendimos lo suficiente como para entender las leyes espaciales que ampararon el robo de nuestro planeta.

Hoy me dirijo al planeta donde se hospeda la sede de la Organización Espacial Interespecies para presentar nuestra demanda definitiva. Pues junto con el estudio de las leyes cósmicas, descubrimos varias infracciones del código ético y penal cósmico durante la confiscación de nuestro planeta por parte de Ellos. Los cargos presentados conforman una larga lista de faltas burocráticas en el proceder de la expropiación de nuestro planeta. Creemos poder conseguir recuperar el planeta Tierra de las garras de Ellos.

Doy por sentado que ni mis propios nietos llegarán a ver una resolución a esta demanda impuesta, pues las leyes cósmicas piden su tiempo y no para todas las especies el tiempo corre a la misma velocidad; pero presentar tal demanda y ser el iniciador del proceso, será para mí como morir con un beso en los labios.


¡Esta guerra no será con fuego ni con sangre, sino con palabras y papel!


                                                                                                               FIN.


Este relato que acabas de leer está enmarcado en el Reto de Escritura Creativa #OrigiReto2020, y cumple con los siguientes puntos del reto.

                                                 •    Objetivo Principal: Narra una historia que suceda en el espacio
                                                 •    Criaturas del camino: Skinwalkers
                                                 •    Objetos Ocultos: Una estaca, Placas solares
                                                 •    Milpalabristas: 1928

Pueden consultar las bases o apuntarse a participar en los siguientes enlaces: 

                                                 Blog de Stiby (Sólo un capítulo más)
                                                 Blog de KATTY (La pluma azul de KATTY).

Agradecerles por el tiempo que dedicaron en leer el relato. Cuéntenme en los comentarios que les pareció. Sus impresiones son muy valiosas

Muchos saludos y nos seguimos leyendo!!!

5 comentarios:

  1. ¡Bravo! ¡Ole, ole!

    ¡Buah! Un relato genial de cabo a rabo. Me lo guardo en favoritos, porque para el mes que viene va recomendado seguro. ¡Qué completo!

    Al comienzo pensé en que era realismo mágico y me estaba gustando, pero cuando tiró por CiFi, me desarmaste. Me encantó.

    ¡Qué estructura, madre! Empieza como realismo mágico (un ojo en el cielo, y asumelo como lo asume todo el pueblo). Luego resulta que son extraterrestres, que hay unos muros,... y vas contándolo todo al ritmo perfecto, para acabar creyendo que va a terminar en una revolución, y rematar con que todo es la argumentación de una demanda legal... Pffff. Que no hay palabras. Favorito del año (hasta ahora).

    Aplausos y vitores.

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  2. Hola Dani, ¡felicidades por tu relato! Me ha gustado mucho la forma en la que lo has contado y el giro que le has ido dando. Parece que la burocracia no es cosa solo de este planeta, jeje, y esos sentimientos tan humanos de resignación ante lo inevitable y de lucha ante la injusticia están muy bien traídos. La verdad es que me parece un muy buen relato, candidato a recomendacIón del mes. Enhorabuena :)

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  3. Muy buenas!
    Me ha gustado mucho la idea del relato en el que nadie mira al cielo porque está el ojo pero solo algunos (los más mayores) saben qué es y por qué está ahí. Creo que es muy interesante. También está guay la voz que usas para narrarlo, contando solo una pequeña parte de todo. Es cierto que vi un poco repetitiva la parte en la que la madre le explica al protagonista lo ocurrido; pues se podía intuir por el resto del relato y pecas un poco de mucho tell cuando ya has hecho el show.

    Como jefa tengo que comentarte que no cumple del todo el objetivo de suceder en el espacio, pues todo lo que cuenta sucede en la tierra, y bueno... se podría aceptar eso relativamente pensando que lo cuenta DESDE el espacio; pero no es válido usar la criatura Skinwalker como un objeto, usándolo de nombre de un rancho o como mención sin mas y no como la criatura de leyenda en sí. A no ser que te refieras a un rancho lleno de esas criaturas, pero lo veo muy cogido con pinzas; en mi opinión.

    De todos modos tampoco me gusta hacer de policía pero para mí no contaría la criatura. Casi contaría más "alien" por ellos. A no ser que "ellos" sean Skinwalkers?? No sé si es que no he entendido esa parte.

    Un abrazo!

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  4. Hola Dani! Me alegro de que te diera tiempo este mes! Te has montado un mundillo muy way, aunque el objetivo principal un poco ligero pero bueno,v y los skinwalkers un poquito de pasada eh? Para la próxima a ver si puedes darle algo mas de peso al objetivo de la criatura, sí? Tiene que ser algo con más relevancia en el relato, oki? Me ha gustado la originalidad y lo mucho que se alarga en el tiempo, le has puesto buen ritmo y lo de las próximas generaciones genial. Animitos y que vaya bien!

    .KATTY.

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  5. Ostras Dani qué chulo!
    Espero que hagas una segunda parte, aunque sólo sea para ver si responden o no a la demanda. Me ha recordado al principio al ojo del Gran Hermano pero a gran escala. Conforme iba leyendo pensaba que sí, que algo así merecemos por desaprovechar tantos recursos y no valorarlos. Lo cuentas de forma que parece algo normal, y es sobrenatural.
    Creía que al final harían uso de la violencia para recuperar la Tierra pero ya vi que no, que la educación pacifista dio sus frutos.
    Quizá me hubieran gustado más diálogos entre los padres y el niño, pero eso es gusto mío.
    Muy buen relato compi, me ha gustado mucho :)
    Nos leemos!

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